lunes, 10 de octubre de 2011

Estudio del caso de un niño desatento

Me parece interesante presentar un “caso de un niño desatento”. Es una temática que me preocupa desde mi rol de terapeuta de niños. Ya que se trata de una problemática que inquieta al personal docente y directivos de las escuelas, como a los padres; y es el motivo de consulta psicológica mas frecuente en la actualidad pues conlleva problemas en el aprendizaje y en la conducta de los alumnos.
Me he encontrado muchas veces frente al reclamo de los actores educativos, que desde mi saber profesional les brindara herramientas para manejar dicha situación, frente a la cual se sentían desbordados, “son sabían que hacer”.
Los psicoanalistas debemos abocarnos al bienestar emocional de nuestros pacientes, y los docentes a la función pedagógica,- aunque entiendo su impotencia-; sin olvidar que estamos frente a un sujeto  que piensa y siente.
Tampoco debemos olvidar que los maestros no pueden, ni deben  hacerse cargo de las situaciones que les competen a los padres.
En cuanto a mi espacio como docente, considero atrayente para los alumnos trabajar esta problemática, en cuanto incumbe a su rol social, tanto como futuros docentes (en muchos casos,  estudiantes de Institutos Superiores de profesorados), como actuales o futuros madres y  padres.
Por eso creo que es una realidad que resulta importante reflexionar en el ámbito educativo, desde las prácticas y estrategias propias de los profesionales docentes.


El siguiente caso, es extraído del texto de Beatriz Janin, “Niños desatentos y hiperactivos. Reflexiones críticas acerca del Trastorno por Déficit de Atención con o sin hiperactividad”. Edición: Novedades Educativas. Año 2004.
Beatriz Janin trabaja como psicoanalista de niños, adolescentes, adultos y familias. Es directora de la revista “Cuestiones de infancia”, y profesora universitaria de grado y posgrado de la Carrera de Psicología de la UBA.


CASO: “ Gustavo, un niño desatento”
 

   Gustavo tenia 7 años al momento de la consulta, cursaba 2º grado. Habían transcurrido dos meses del inicio del ciclo lectivo y su cuaderno estaba casi vació; solo algunas frases escritas por la maestra, otras por la psicopedagoga, llamadas de atención de la directora, algunos dibujos hechos por la madre con notas de felicitación de la docente y apenas unos jirones desperdigados de la producción del niño plagados de tachones, borrones y agujeros.

   Cuando le pregunté a Gustavo que hacia él mientras sus 35 compañeros realizaban la tarea, respondió que nada, que se escondía bajo el banco y jugaba con las figuritas y que a veces molestaba, pero sólo un poco, a los que se burlaban de él. Transcurrido cierto tiempo de trabajo, relató que podía ser que a veces pegara, insultara o escupiera, pero esto era porque todos lo molestaban. Al interrogarlo acerca de por qué creía que le pasaban estas cosas, dijo que la madre le explicó que tenía un problema en el cerebro que lo hacía hacer todo esto y que cuando empezara a tomar un remedio se le iba a pasar. De hecho, consiguieron que un neurólogo, amigo de la familia, lo medicara.

   Las primeras semanas la  medicación generó un efecto tranquilizador, tanto en el niño como en los padres y la escuela, sin embargo, esto no mejoro ni su producción escolar, ni su inserción grupal. Podríamos pensar que, quizás, éste era el lugar donde se atrincheraba la subjetividad amenazada de este niño, quizás el último bastión para expresar que algo no estaba bien, y que la medicación podría aplacar circunstancialmente algunos de los signos visibles del malestar, pero no posibilitaría una elaboración del sufrimiento que, por ende, insistiría.

   Sus padres se habían separado hacia un año; el padre, aparentemente por circunstancias laborales, se había ido al interior del país, venía los fines de semana cuando podía, alojándose en la casa de sus padres. La madre pasó de estar todo el día en la casa a trabajar doce horas al diarias; el niño concurría a un colegio de jornada completa y luego, cuando salía, nunca sabía qué iba a suceder, si lo buscaba una tía, alguna abuela o lo mandaban al club porque no había quien se hiciera responsable de manera estable.  Cuando la madre volvía de trabajar, además de ocuparse de lo domestico se tenia que hacer cargo de los vacíos que Gustavo dejaba en el cuaderno, comunicándose con otras madres que le dictaban a ella lo que se había realizado en la clase, mientras el niño miraba televisión o se quedaba dormido en la alfombra del living.

   El discurso parental que se enunciaba era: “Hay que adaptarse”; “todos nos tenemos que acostumbrar a los cambios”; “si no presta atención, no se adapta y no entiende, que tome la medicación”. “Yo tomo medicación para dormir, ella para tranquilizarse, ¿qué va a pasar si el chico toma una pastilla para que le vaya mejor en el colegio?”. Por otra parte, no le habían explicitado la separación (entre otras cuestiones), que permanecía velada bajo la excusa del cambio laboral, “para que no sufra más de lo necesario”, decía la madre mientras lloraba por todos los rincones.

   Luego de transcurridos dos meses de iniciado el ciclo lectivo, el gabinete escolar ya ponía en duda la posibilidad de promoción del niño a tercer grado; por otra parte, las actitudes de Gustavo lo atemorizaban, los padres de los otros niños habían elevado numerosas quejas. La estructura edilicia del colegio era gigantesca, jardín, primaria, secundaria, con varias divisiones por año, entre 30 y 35 niños por aula, en un mismo edificio. Todas estas circunstancias, sumadas a las características de Gustavo y su realidad familiar, contribuyeron para que, desde un lugar terapéutico, se le indicara un nuevo colegio, a ser efectivizado luego del receso invernal. Si bien, generalmente, las indicaciones de cambio de escuela suelen realizarse para el siguiente año, en esta situación era altamente probable que la espera solo agravara el cuadro.

Actividad:
Responder a partir del caso a las siguientes preguntas críticas:

-          ¿Cuáles eran las cuestiones que el niño no podía tramitar simbólicamente, y que ponía en juego a través de la acción?.
-          ¿Qué le esta sucediendo a este niño?, ¿Qué creen que siente?
-          ¿Cuáles son los requerimientos psíquicos necesarios para el ingreso de un niño a la escolaridad?,  ¿y  los requerimientos escolares?.
-          ¿Qué sucede cuando algunos de estos requerimientos falla?.
-          ¿Qué situación en común se presenta en este núcleo familiar para la solución de los malestares?
-          ¿Qué opinión les merece la actitud que toma la institución?. ¿Y porque creen que desde el gabinete se indico un cambio de colegio como solución a la problemática del niño?.
-          ¿Qué estrategias consideran convenientes que debe implementar el docente con niños con las características de Gustavo, justificando sus respuestas?, ¿Y los padres en el hogar?

sábado, 8 de octubre de 2011

Etapas evolutivas del juego infantil

A partir del vídeo editado sobre el desarrollo cognitivo del sujeto. Y teniendo en cuenta que Jean Piaget considera, que las formas del juego infantil están en función de las estructuras intelectuales. Propongo la siguiente tarea práctica y de articulación con la teoría.

Actividad Nº1:
Observación y registro de una situación de juego infantil, individual o grupal.
La misma puede ser observada en alguno de los diferentes ámbitos donde se desarrolla (hogar, plaza, escuela, etc).

Actividad Nº2:
A partir de dicha observación :
a) Determinar las características del juego.
b) Establecer a que etapa del desarrollo evolutivo cognitivo que plantea Jean Piaget corresponde.



Bibliografia
- Piaget, Jean; Inhelder, Barbel. "Psicología del niño". Madrid. 1993 (13ed.).
  Editorial Morata.
- Piaget, Jean y otros. "Juego y desarrollo". Barcelona. 1982. Editorial
  Grijalbo
- Ortega Ruiz, M.J. "Jugar y aprender". Sevilla. 1992. Editorial Diada.
- Moyles, J.R. "El juego en la educación infantil y primaria". Madrid.

  1990. Editorial MEC- Morata.

 
También pueden consultarse fuentes informáticas, estableciendo la dirección de las mismas.

martes, 2 de agosto de 2011


¿Tecnologia o Metodología?

La escuela no puede permanecer al margen de las transformaciones que vive la sociedad, esto incluye los nuevos avances tecnológicos.
Es necesario determinar cuales son las destrezas que un niño o joven debe aprender hoy en la escuela para desempeñarse correctamente en su vida social, y cuales son los instrumentos pedagógicos mas adecuados para este fin.
Queda demostrado que la enseñanza memorística de datos fragmentarios y descontextualizados no sirve para el aprendizaje de los alumnos. El saber no implica la acumulación de información sin más. Actualmente los jóvenes están sumergidos en procesos tecnológicos y sociales que suelen estimular su curiosidad y deseos de aprender de manera más eficaz.
Por ello, resulta necesario que la escuela recurra a estas “nuevas alfabetizaciones”, que desarrolle en los alumnos la capacidad para buscar y encontrar información y saber utilizarla. Es decir que los alumnos puedan aprovecharse de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, comprender los procesos, pensar estratégicamente para poder definir y resolver con creatividad los problemas. Esto implica también hacer una lectura crítica de los mensajes audiovisuales.
Por lo tanto la tarea docente en estos tiempos debe ser ayudar a los alumnos a desarrollar los procesos de aprendizaje valiéndose de los nuevos medios disponibles, enseñarles a utilizar la información que circula. Pues hay que aprovechar la impronta que tienen los jóvenes por la pantalla, su gusto por lo visual.
Enseñar a los alumnos a tener un rol activo, que tomen ellos el control de su formación y que puedan producir nuevas ideas, transformar sus conocimientos y enriquecerse con ellos.
Estas capacidades se deben desarrollar en la escuela y comportan un desafió para los docentes. Pero, hay que tener en cuenta que ningún dispositivo tecnológico puede remplazar el rol de los maestros y profesores en este plano. Los docentes deben enseñar a los alumnos a reorganizar la información que Internet les transmite, guiarlos y alentarlos a investigar, darle herramientas para resolver los problemas con éxito; pero que ellos establezcan las relaciones entre las nociones. Esto es formar sujetos creativos, con pensamiento critico, capaces de planificar su formación permanente.